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¿Qué pasa cuando dejamos de enseñar a la gente a trabajar?
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La inteligencia artificial está convirtiendo a todo el mundo en experto de la noche a la mañana. Necesitas un brief estratégico y lo tienes en minutos. Aquel modelo financiero que antes te llevaba horas ahora está listo antes de que termines el café. La presentación que te quitaba el sueño aparece ya maquetada, con los colores corporativos y todo en su sitio.
Pero hay algo que está cambiando sin que nos demos cuenta: nos estamos saltando la parte en la que la gente aprende de verdad a hacer esas cosas. Cuando puedes conseguir la respuesta al momento, ¿para qué molestarse en entender cómo has llegado hasta ahí?
El problema no está en el presente. Está en lo que vendrá después. Si nadie está aprendiendo el trabajo ahora, ¿quién va a saber hacerlo dentro de cinco años?
Basta con echar un vistazo a cualquier oficina para empezar a notarlo. La mezcla está cambiando. Sigue habiendo gente joven, por supuesto, pero esa capa de profesionales que están empezando parece más delgada que antes. El flujo ya no es el mismo.
Los números lo confirman: en publicidad y relaciones públicas, los juniors representan ahora apenas el 6,5% de los equipos. Hace cinco años eran más del 10%. Y no es un fenómeno aislado de estos sectores. Este patrón se está extendiendo por todas partes. Estamos desmontando, poco a poco y casi sin darnos cuenta, las rampas de acceso por las que la gente solía aprender haciendo.
Cuando una empresa recorta esa capa de entrada, no está solo ajustando la plantilla. Está cortando su propio futuro.

El primer peldaño de la escalera está desapareciendo
Desde 2022, las prácticas y los puestos junior en sectores creativos han caído en picado. La contratación de verano solía dispararse un 125% respecto a enero. ¿Ahora? Apenas llega al 40%. Los puestos junior están desapareciendo del mapa. Los mandos intermedios, sin embargo, siguen ahí, intactos.
Estamos construyendo empresas que son todo jefes y nada de principiantes. Organizaciones con muchas cabezas pensantes pero pocas manos aprendiendo.
Y esto no es solo cosa del sector creativo. En consultoría, tecnología, finanzas: el mismo patrón se repite una y otra vez. Mucha gente tomando decisiones. Poca gente aprendiendo a tomarlas.

Pero algunos líderes lo están viendo de otra manera
Luis von Ahn, el CEO de Duolingo, está contratando más recién graduados mientras el resto del sector recorta. Su razonamiento es simple: los jóvenes captan los cambios culturales más rápido, traen energía fresca y hacen preguntas que a nadie más se le ocurre hacer ya.
Ravi Kumar, en Cognizant, va más allá. Cree que la IA debería crear más puestos de entrada, no eliminarlos. La clave, dice, está en cómo diseñas esos roles: para enseñar criterio profesional, no solo el uso mecánico de herramientas.
Jamie Dimon, desde JPMorgan, lo expresa sin rodeos: "No tenemos escasez de gente. Tenemos escasez de habilidades".
Y tiene razón. Las capacidades que realmente necesitamos —creatividad, pensamiento crítico, saber qué hacer cuando no hay una respuesta obvia— siguen viniendo de hacer el trabajo con tus propias manos. No de ver cómo una máquina lo hace por ti.

La IA te da respuestas perfectas a las preguntas equivocadas
La IA es alucinante cuando sabes exactamente qué pedirle. El problema es que la mayor parte del trabajo real no consiste en seguir instrucciones al pie de la letra. Consiste en descubrir cuál es la pregunta correcta que nadie se ha hecho todavía.
Si tu empresa solo premia a la gente que hace lo que se le dice y nunca cuestiona nada, la IA simplemente acelerará esa dinámica. Todo será más rápido, sí, pero también más predecible. Y la innovación no viene de lo predecible. Viene de gente que aprendió a pensar probando cosas, equivocándose, y volviendo a intentarlo de otra manera.
Lo curioso del asunto es que todas esas habilidades que todo el mundo dice que quiere —adaptabilidad, empatía, pensamiento crítico— se aprenden precisamente en los primeros años de carrera, los más caóticos y desordenados. Elimina esos años de la ecuación y estarás cortando de raíz todo el proceso de aprendizaje.

Entonces, ¿qué podemos hacer?
Esto no va de crear trabajo inútil solo para mantener a la gente ocupada. Va de construir puntos de entrada reales al mundo laboral: trabajos en los que la IA puede ayudar, desde luego, pero que no puede hacer en tu lugar. Trabajos que desarrollan tu forma de pensar, no solo lo que aparece en tu currículum.
Si lideras equipos: deja de optimizar exclusivamente por velocidad. Crea caminos claros y visibles para que la gente pueda crecer mientras trabaja, no solo a través de cursos de formación online que hacen en su tiempo libre, después de desconectar.
Si estás empezando tu carrera: tu condición de novato es en realidad una ventaja. Pregunta "por qué" más a menudo que "cómo". Mantén viva la curiosidad, incluso cuando la gente actúe como si las preguntas ralentizaran el trabajo o molestaran.
Porque si nadie está aprendiendo lo básico ahora mismo, ¿quién demonios va a resolver los problemas complejos dentro de cinco años?
Puedes automatizar tareas, por supuesto. Lo que no puedes automatizar es el proceso por el cual alguien mejora en su trabajo, desarrolla instinto, aprende a leer entre líneas.
Las empresas que comprendan esa diferencia fundamental son las que seguirán aquí —y seguirán liderando— dentro de diez años. Las demás estarán demasiado ocupadas preguntándose dónde se metió todo el talento.
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