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Equipos ágiles remotos: Estrategias para el éxito en la era digital.

2 min

re.set — Formación

Parece que la ley del péndulo empieza a sentirse en el debate laboral sobre la productividad en las modalidades presencial y a distancia. En la pandemia se instauró el modelo remoto, que dio paso a un formato híbrido, sin embargo cada vez más organizaciones están volviendo a dar preferencia a la presencialidad, considerando que el rendimiento es mayor.

Desde el prisma del Business Agility tales disputas parecen estériles. Bajo nuestro enfoque los equipos trabajan hacia objetivos claros, delineados por OKRs, con iniciativas propias que permiten evaluar el progreso de manera concreta. No importa dónde estés, el objetivo has de cumplirlo y el progreso se va a medir tanto si al trabajar calzas pantuflas como si llevas mocasines.

Presencial o Remoto: dónde se trabaja más

La vieja métrica que confundía horas en la oficina con rendimiento está siendo desplazada por un enfoque más eficaz. Antaño, los líderes medían la efectividad por la cantidad de tiempo que un empleado pasaba en la oficina, sin considerar la calidad del trabajo realizado. En cambio, las Metodologías Agile, con herramientas como los OKRs y los Gembas, se centran en resultados y avances medibles, no en el reloj.

En un entorno donde los equipos están empoderados y tienen la autonomía para definir sus objetivos alineados con los de la empresa, el debate sobre la ubicación física de trabajo se vuelve irrelevante. La clave reside en el progreso tangible hacia metas concretas, no en el lugar desde donde se logran.

La falta de contacto humano y las distracciones, los grandes “enemigos” del teletrabajo

Unos de los argumentos que más esgrimen los detractores del trabajo en remoto son: la falta de contacto con los compañeros, la necesidad de socializar y las distracciones disponibles en el hogar.

Vayamos por partes: hoy día las distracciones las llevamos en el bolsillo, porque la mayoría de ellas están en nuestros teléfonos móviles, de los cuales no nos separamos estemos donde estemos. Lo que más roba nuestro tiempo son unas dinámicas que más tienen que ver con el modo de trabajar que con el lugar donde desarrolles tu actividad: reuniones demasiado largas, mirar constantemente las redes sociales, no marcarse objetivos claros, multitaskiing, etc. No es dónde, sino cómo se trabaja lo que más afecta al rendimiento, como te anticipamos en este artículo sobre los ladrones de tiempo.

Respecto al contacto con los compañeros de trabajo, en nuestra metodología hay unas reuniones diarias, además de otros encuentros, donde se revisa el progreso de los objetivos y  se proponen nuevas iniciativas para lograrlos. Nos guste o no cada vez hay más autónomos y profesionales que no viven en la misma ciudad formando parte del equipo de las empresas, por lo que muchas de estas reuniones se acaban haciendo de modo virtual incluso cuando varios de los integrantes en una misma oficina.

Presión por la vuelta a la presencialidad

A pesar de la aparente dicotomía entre presencialidad y trabajo remoto, cada equipo es único en sus características y necesidades. Más efectivo que el debate sobre la modalidad de trabajo es otorgar autonomía a los Squads para decidir su propia dinámica.

La discusión sobre presencialidad o trabajo remoto se desvanece cuando los equipos tienen la capacidad de adaptarse según las demandas del trabajo y sus objetivos específicos. En un sistema basado en objetivos, la medida de la productividad se traduce en valor generado, no en horas o días invertidos.

En este escenario de transición, algunos equipos se enfrentan a presiones para volver a la presencialidad, a menudo sin considerar las particularidades de cada grupo. Si comprendemos que la eficacia no está atada a la ubicación física, sino a la capacidad de los Squads para alcanzar metas concretas, la presión sin un fundamento claro puede afectar a la confianza de las personas y reducir la flexibilidad que las metodologías Agile buscan fomentar.

En resumen, en la era digital, la clave para el éxito radica en adoptar un enfoque ágil que priorice objetivos medibles sobre la ubicación física del trabajo. La autonomía y la flexibilidad son la clave para adaptarse a las necesidades específicas, permitiendo así una transición fluida entre lo presencial y lo remoto en función de cada contexto laboral.

¿Quieres que valoremos tu caso?  Llámanos, podemos trabajar juntos sin límites geográficos.

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